La majestuosa seda del Reino de Granada

enero 27, 2020


Si de algo hemos oído hablar a lo largo de la historia es de la famosa ruta de la seda china. Sin embargo, en nuestra península y especialmente en el reino de Granada, la seda cobró una gran importancia a nivel mundial, siendo exportada y envidiada hasta por la mismísima reina de la seda: China. Pero para llegar a entender este proceso, primero debemos remontarnos hasta el continente asiático donde tuvo su origen.

Cuenta la leyenda que la seda fue descubierta en el siglo XXVII a.C, cuando un capullo de seda cayó dentro del té de la legendaria emperatriz china Xi Lingshi, desenredándose un hilo largo y sedoso. Sin embargo, las evidencias más firmes datan su descubrimiento entorno al 1300 a.C. El comercio chino de este textil prosiguió durante 3 milenios, expandiéndose en el siglo I por el continente euroasiático desde oriente a occidente a través de la conocida Ruta de la Seda. Esta ruta comercial exportaba, además de sedas, otros productos como pieles y especias. Si por algo eran tan preciados estos tejidos era por su exclusividad, pues se mantenía en secreto su fabricación castigando con pena de muerte a quien se atreviera a desvelarla. Sin embargo, su éxito desencadenó la envidia de otras civilizaciones vecinas, que enviaron espías a China para descubrir el oficio de la sericultura.


Una de las civilizaciones que consiguieron descubrir la fabricación de la seda fue el Imperio Bizantino durante el siglo IV, que la propagó hacia Asia Menor y Grecia. Un siglo más tarde con la expansión del islam y la conquista árabe de los persas, el conocimiento del oficio de la seda trascendió a todo el territorio de dominio musulmán, incluyendo al-Andalus, entorno al año 740.
El desarrollo de la seda en al-Andalus llegó con la migración de tribus sirias a la península que conocían a la perfección la tradición serícola china, pues previamente a la entrada de los musulmanes, la cultura de la seda era totalmente desconocida. Se cree que antes de la llegada de la seda, la manufactura textil de la península se centraba en la elaboración de telas de lana y lino ligados al ámbito privado, al igual que en la tradición romana.

La sericultura se estableció principalmente en el sur de al-Andalus, donde muchos de estos sirios se alojaron, especialmente en la Vega de Granada, Jaén, la Niebla y el Aljarafe.  
Centrándonos en el reino granadino, en solamente un año, los andalusíes instalaron nuevos cultivos y talleres dedicados solamente a la confección de la seda, pues la calidad de sus tierras para el cultivo de las moreras y morales era idónea. Algunos pueblos de la Vega granadina como Moraleda de Zafayona, deben su nombre a la abundancia de morales destinados a la producción sedera. Esta nueva industria mantuvo ocupada a una gran parte de la población que se dedicaba por completo a la recolección, hilado, fabricación de telas y comercialización de sus productos.
Debido al interés que generaba la industria sedera andalusí de Granada, se estableció en pleno corazón de la ciudad la “Alcaicería”; un lugar construido específicamente para el almacenamiento y la venta de las sedas más bellas y de mejor calidad de la época, el cual se cree que vendía un 95% de la seda que se producía en al-Andalus. Fue tal el impacto de sus majestuosas telas, que su comercio navegó por el Mediterráneo hasta los principales centros sederos italianos (Florencia, Venecia, Génova…) e incluso llegó a Castilla y el sur de Francia.
Ilustración del tacuinum sanitatis sobre la
elaboración de la seda (s. XIV).

Sin embargo, durante las Guerras de Granada, los Reyes Católicos como estrategia devastaron los campos y, entre ellos, gran parte del cultivo de moreras y morales de Granada, dejando al reino debastado económicamente. Por suerte, la industria de la seda granadina sobrevivió y fue respetada durante el dominio cristiano, consiguiendo mantener la misma productividad que había en el reino nazarí. Pero a pesar de que la sericultura era uno de los principales pilares de la hacienda del reino, su producción fue decayendo poco a poco por decisiones de la monarquía que la perjudicaban.

Sorprendentemente, en el periodo final del siglo XVI y primer tercio del XVII, la industria de la seda granadina volvió a recuperarse notoriamente. Es en este momento cuando el comercio de la seda traspasa sus fronteras hasta la India y China, siendo producto de asombro por su gran calidad. Incluso hay historias que cuentan que espías chinos llegaron a Granada para intentar conocer el secreto de la fabricación de la seda granadina. Estos se fueron convencidos de que la razón se escondía en la calidad de la hoja del moral y su riego con agua procedente del deshielo, cuando en realidad, la clave se hallaba en la destreza de las manos moriscas.


Finalmente, la sericultura granadina terminó decayendo a mediados del siglo XVII con la fabricación de nuevas fibras textiles europeas, que compitieron con las sedas granadinas hasta llevarlas a la extinción.


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